viernes, 19 de octubre de 2007

¡Musmu tiene una medalla!


Mis queridos lectores (si es que existís), se me han pasado otras dos semanas sin escribir nada y, al igual que el trabajo, mis aventuras se acumulan.
Esta última semana he conseguido arreglar una pequeña parte de mis asuntos pendientes en España (la que implicaba poner de acuerdo a más gente y una mayor creatividad administrativa) y sobrevivir a un group meeting de cuatro horas y media by me en el que todos los asistentes, después de decir lo mucho que estaban disfrutando con el espacio recíproco, huyeron cobardemente en cuanto D. dijo que aquello se estaba poniendo muy técnico y muy largo y que nadie estaba obligado a quedarse. Además tengo un mini-proyecto nuevo (¡otro más!) que espero que me permita sobrevivir un poquito más en este ecosistema académico.

Pero empecemos por el principio, es decir, el seis de Octubre, gran día en el que musmu ganó la que será su primera y probablemente su última medalla en una competición deportiva.
Ese jueves como habíamos llegado un poco tarde al club y ya llevaban un buen rato con el footwork, musmu, conocida por su natural vagancia, decidió tardar muuuucho en ponerse la chaqueta e incorporarse a la clase en cuanto empezasen a chocar los aceros. Como de costumbre, Tarfearauko tenía otros planes y le estropeó completamente su plan de pasar desapercibida. Este individuo sin corazón, como quería demostrarle a D. (que pasaba por allí a recoger a su primogénito) cómo funcionaba el material eléctrico y cómo se dirimen las disputas conyugales en España, sugirió un asalto a 15 tocados antes de la clase. Como el maestro estaba ocupando explicándole a la gente cómo destrozarse mejor las piernas y mirando para otro lado, me fui a preparar la máquina. Pero como estos rusos son muy traicioneros, y tienen ojos en la espalda, en cuanto empecé a conectar los cables me espetó: "you not professional!" "you have to go to class all the time, e-ve-ry day!" todo eso mientras Tarfearauko se hacía el sueco ajustándose el pasante en el otro extremo del local. Al final tiramos los quince tocados mientras acababan el footwork y apacigüé sus ánimos cuando nos incorporamos como buenos estudiantes al resto de la lección. Después de esto, cualquiera se atrevía el sábado a no ir a clase.
Así que el sábado madrugamos, me enfadé con Tarfearauko porque pretendía destrozarme mis planes después de haberse levantado demasiado tarde para que funcionasen, fui a mi primera clase de patinaje y llegamos al club a las doce y diez. Después de haber estado media hora intentando no romperme nada en el proceso de hacer un "outside edge three-turn" sobre el pie izquierdo (le tengo pánico a los outside edges, cuando todo lo que se interpone entre tú, el hielo y un gradiente positivo es aire), no eché de menos esos diez minutos de calentamiento.
Para resumir la situación: empecé con un 5-0, seguí con un 5-1 y aunque no volví a ganar ningún asalto más, me dejaron hacer algún que otro tocado y quedé en cuarta posición empatada con otros dos. Ahora es cuando tengo que decir que éramos sólo siete tiradores y que, al final decidieron quién se llevaba la cuarta posición en función de quién iba a ir por la tarde a la fiesta del club. Como no teníamos un mejor plan (la alternativa era quedarse en casa a trabajar), Tarfearauko (que quedó de tercero) y yo decidimos apuntarnos para así poder pasar a la posteridad. Así que nos fuimos a casa, sacamos una pizza del congelador (creo que se está estableciendo una asociación entre esgrima y pizza en mi vida que no augura nada bueno para mi línea) y musmu se puso a hacer empanadillas, otra vez sin receta, sin levadura pero con pimentón (alguna vez llegaré hacerlas bien).
Y acababan de salir las empanadillas del horno (bueno, tuve que ir a sacarlas que parecían estar felices allí dentro) cuando nos marchamos corriendo a disputar la final. Fue una tarde muy agradable, con Brian y con D. y F. que habían ido por allí también con los niños. Las mujeres hablamos de cosas de mujeres, los hombres de cosas de hombres, disputamos las semifinales y la final y nos dieron una medalla a cada uno.
Lo más gracioso es que la mía es de oro mientras que T. que quedó un puesto por delante de mí se tuvo que conformar con un bronce deslucido. ¡Pobrecillo! Bueno... realmente... fui la tiradora de espada que obtuvo un mejor resultado entre las mujeres ese día ¿no? El que fuese también la única que apareció en la competición es un dato menor.
Y como es tarde y necesito dormir, aparco mis historias hasta mañana.

Sed felices y disfrutad del fin de semana.

musmu

domingo, 14 de octubre de 2007

Which Came First — The Chicken Or the Egg?

Algún día de estos volveré a actualizar, pero después de haberme pasado un fin de semana reinstalando mi ordenador (el suse 10.3 tiene buena pinta y ya me había aburrido de trabajar con un windows comprimido y descomprimido varias veces), tengo muchas otras cosas que hacer.
De todos modos, os envío un link a un grandioso estudio científico para que empecéis la semana de forma productiva.

http://www.improbable.com/airchives/paperair/volume9/v9i4/chicken_egg.html

Besitos mil.

Musmus

domingo, 7 de octubre de 2007

Acabando de poner al día el blog

Resumo el fin de semana pasado, en el que, con un coche recién reparado y dos sacos de dormir que el COA muy amablemente nos alquiló, nos dirigimos a la aventura con D., F. y sus tres niños.
La aventura se encontraba en la frontera canadiense, seis horas de viaje hacia el norte en un trayecto simple: Minneapolis-Duluth por la 35N, Duluth-Grand Marais por la 61 N y Grand Marais-Gunflint Lake por el Gunflint Trail.

Como nuestro coche-vaquita, aunque ya no escupía anticongelante, seguía sin tener rueda de repuesto, el jueves por la tarde decidimos que era hora de hacerse con una y... ¿creeréis que no encontramos ese objeto en ningún sitio?: en los talleres no tienen y te envían a un "tire center", otros te mandan al Sears, otros a una tienda de auto parts. Nada, no hay ruedas ni nada que se le parezca. Lo más próximo a esto que conseguimos fue el teléfono de un junk-yard al que ya no nos dio tiempo a ir. Como el viernes por la mañana teníamos group-lunch, un anuncio muy importante que enviar a la lista de comunidad, y una visita inexcusable al Costco para hacer acopio de muffins de chocolate y otros alimentos, antes de aparecer en casa de D. a las tres y media, nos enfrentamos a la aventura con una lata de spray anti-pinchazos del Wal-Mart y sin rueda de repuesto (habíamos comprado también un inflador, pero el viernes por la mañana sólo aguantó las dos ruedas de mi bicicleta antes de romperse con la rueda trasera de la de Tarfearauko).

Salimos de Minneapolis sobre las cinco después de cargar los dos coches (en nuestro caso más bien nos limitamos a arrojar objetos en su interior) y cuando llegamos a Duluth ya era de noche. El viaje hacia el norte prosiguió en la oscuridad con nubes negras y luna llena, al menos hasta Gran Marais, donde hubo que añadir a la ecuación millas y millas de bosques quemados. Eso sí, el camino hacia Mordor era mucho mejor de lo que esperábamos, con una carretera con mucho mejor aspecto que la 35 a su paso por Minneapolis. No sé si será el uso, el origen de la financiación (fondos estatales vs. fondos federales) o que el frío en las Boundary Waters es menos destructivo que en las Twin Cities, pero el camino de cabras que estábamos esperando para nuestra entrada triunfal en la verdadera wilderness, en lo inexplorado, en la tierra de donde vienen los dragones, parecía diseñado para unas cabras sorprendentemente grandes y con neumáticos.

Aviso para navegantes: nunca os comáis una hamburguesa en una gasolinera (especialmente las de esa variedad que hay que meter en un microondas antes de salir del local), abrid el maletero y haced un bocadillo, inaugurad los muffins de chocolate, esperad a llegar a vuestro destino... cualquier cosa es mejor que eso.


Cuando llegamos a nuestro destino (un bonito Lodge al lado del lago, con cabañitas), nos apresuramos a meter a los niños en la cama (bueno, a meterlos en sacos en las literas) y a hacer una hoguera. A medianoche en las Boundary Waters el 28 de Septiembre hace frío, mucho frío. En unos minutos, los integrantes de la expedición mayores de 25 años nos encontrábamos alrededor de una hoguera calentándonos los pies, intentando esquivar el humo (tarea de nivel 18 por lo menos) y carbonizando trozos de carne en unos tenedores telescópicos con rotor incorporado. A la cama y a dormir para poder madrugar al día siguiente.

Al día siguiente nos encontramos con un paisaje espectacular, dos perros sobreexcitados y babosos con un interés poco saludable por un trozo de madera y con que llovía. Pero un poco de agua no arredra a los aventureros que tienen el corazón en su sitio (o al menos un chubasquero), y después de haber desayunado, practicado con el tirachinas más profesional que nunca había visto (http://www.slingshotworld.com/marksman_3040sling.htm) esperar a que todo el mundo estuviese listo y abrigadito, nos lanzamos al camino.



Por la tarde, como seguía lloviendo un poco y estábamos cansados, dormimos una siestecita en la cabaña (ya sé que suena un poco bobo hacer 1000 kilómetros en un fin de semana para dormir siestas, pero es que, aunque el plan original no era dormir, nos quedamos todos fritos nada más dejarnos caer en las literas) y al despertar nos fuimos a dar una vuelta en canoa por el lago. Cuando ya estaba empezando a anochecer, nos dimos cuenta de que nuestro safari fotográfico (al cabo de un rato, sacarles fotos a tus compañeros pescando en la otra canoa, sacarnos fotos a los remeros de la nuestra y fotografiar los arbolitos en la orilla que se están quietos, deja de ser divertido) nos había llevado a una carrera en pos de lo que parecía un loon que culminó en musmu y Tarfearauko en el medio del lago con viento hacia Canadá y sin foto del bicho (vuelan demasiado rápido).

Una nueva hoguera alegraría la noche, con combinaciones de carne, salchichas, pan, setas, zanahorias, mozarella, queso manchego y marshmallows en distintas proporciones pinchadas en un tenedor y pasadas por la hoguera. Alguien se había olvidado en casa la bolsa con las verduras y la cubertería pero, teniendo un tenedor y una navaja ¿quién necesita nada más?
Incluso tuvimos una exhibición de esgrima deportiva-fantástica en la que dos contendientes con espadas reglamentarias recurrían a pociones mágicas para la regeneración de miembros amputados. Musmu, como en el fondo tiene buen corazón decidió valientemente no utilizar ningún artificio mágico en su combate singular con el más joven integrante de la expedición, y acabó como el pobre Caballero Negro, combatiendo a mordiscos.
Después de tanta actividad, musmu no se despertó hasta las cinco de la mañana, con una thunderstorm superior a todas las experimentadas hasta el momento en Minneapolis, aunque sus compañeros de cabaña la informaron de que el citado evento meteorológico, que duraría hasta bien entrada la mañana, les había acompañado desde que se fueron a la cama.
Como parecía ser la única que había dormido por la noche, y a las diez de la mañana no había nadie interesado en las exploraciones geográficas (ni en cualquier otro tipo de actividad consciente), musmu se fue tempranito a fotografiar setas por senderos ignotos mientras sus compañeros dormían.



Todas las actividades de la jornada del domingo se pueden englobar dentro del apartado "volver a casa". En cualquier caso, seguimos sin conocer bien las tierras de Mordor porque en lugar de la oscuridad de la noche, fueron las nieblas de Sauron (y la lluvia, fue un fin de semana completamente pasado por agua) las que nos impidieron ver nada más que la carretera. Pero como teníamos un mapa, conseguimos ver unas bonitas cascadas, un observatorio de alces (sin alces), parar a comer al lado del Lago Superior y visitar las Gooseberry Falls.

Es en este hito geográfico y bonito Parque Natural estatal, donde musmu se olvidó de hacer la pregunta que hace siempre a T. cuando se baja del coche y antes de cerrar la puerta: ¿tienes las llaves? Es una pregunta que parece un poco fuera de lugar, pero eso sólo es porque me he olvidado de comentaros otra de las carencias de nuestro vehículo: sólo tiene una llave. Y ¿a qué no podéis adivinar dónde quedó esa llave cuando nosotros salimos del vehículo (y cerramos la puerta, claro)? Aunque los tenedores telescópicos nos habían servido con honor durante las dos cenas anteriores, no estuvieron a la altura de su nueva función de ganchos para reventar coches y, como consecuencia, el grupo se dividió. Mientras las mujeres y los niños completaban la misión de exploración geográfica, los hombres se quedaron velando el vehículo a la espera de que viniese alguien a rescatar nuestra llave.

No puedo hablar de lo que hicieron los hombres durante la espera, pero sí de que en dos horas musmu se convenció de que tener hijos a lo mejor no es una buena idea: corren más que tú, te ganan trepando por acantilados, no tienen ningún instinto de conservación, no te hacen caso cuando les dices que se van a caer y luego lloran cuando se caen y estamos perdidos a 1 milla del centro de visitantes tras haberlos perseguido por todo el bosque.
De todos modos, la experiencia fue divertida, las Gooseberry Falls son muy bonitas y ya no tengo ningún interés en ir a ValleyFair, nadie se despeñó, y cuando volvimos teníamos el coche abierto.
Después de esto, sólo nos quedó carretera y más carretera hasta llegar a casa, tirar la ropa mojada en el cesto de la ropa sucia e irse a dormir. Que es lo que voy a hacer ahora mismo.

sábado, 6 de octubre de 2007

Y sigo aquí...

La semana siguiente fuimos a apuntarnos para los Open Water dives (antes de que decidiese no hacerlos), fuimos a visitar a Louise (acabamos quedándonos a cenar en su casa) trabajamos y limpiamos un poco la casa. El sábado también nos dio tiempo a apuntarnos en el Minnesota Sword Club, que parece un sitio interesante, con unas políticas y ambientillo similar al que tenemos en casa. Empezamos a ir por allí el día 5 y no nos decepcionó: las clases están bien y siempre hay bastante gente dispuesta a tirar y a perder un poco de tiempo enseñándote cosas. La principal diferencia es que aquí la mayoría de la gente lleva haciendo esgrima 10 o 20 años y que te ganan sin apenas moverse. Eso sí, les parece extraño que un ratoncillo con una técnica totalmente inexistente se atreva a atacarles de verdad y que no se limite a repetir los movimientos de la clase. Yo creo que no se dan cuenta de que el ratoncillo simplemente no se sabe los movimientos de la clase y hace lo que puede, je, je. En cualquier caso, es muy entretenido y agradable, y una buena forma de aumentar un poco nuestra vida social por aquí, bastante escasa ella.

Así, los días 8 y 9 de Septiembre, en Square Lake, cerca de Stillwater, MN, obtuvimos el certificado. Lo mejor de todo esto, que cambió una gran aprehensión por un fin de semana muy bueno fue el ver que ninguno de los dos instructores era una cara conocida.
El agua estaba calentita, los días no tanto, había algas, peces, arena, lodo, una plataforma en el fondo del lago con un telefono dentro de un inodoro y muchas cosas que hacer. Todo fue muy bien y bastante divertido (perseguir pececitos es fantástico) hasta que tocó hacer el complete mask flood. Y ahí musmu, a 8 metros de profundidad, se tragó medio lago, se tapó la nariz y tardó 5 minutos en volver a respirar con normalidad, tosiendo, usando con liberalidad la función de purgado del 2nd stage y agarrándose a la plataforma para no tener que preocuparse de ningún tipo de movimiento. La segunda vez no fue mejor, pero conseguí dejar algo de agua para el resto de habitantes del lago, a instancias de un pececillo que se me quedó mirando muy interesado durante todo el proceso y el consiguiente burbujeo. A diferencia de mis experiencias en la piscina, el instructor se molestó en explicarme cómo se debían de hacer las cosas y en practicar un poco conmigo en la orilla, no sirvió de mucho, pero al final, mientras desmontábamos el equipo y lo montábamos otra vez (hay que hacerlo un montón de veces en todas las prácticas) se limitó a decir que lo probaríamos en la siguiente inmersión. Después de un rato, volvió a decirme que realmente, aunque me había tragado medio lago en el proceso, había conseguido llenar la máscara de agua y volverla a vaciar (¡dos veces!) y que me había ahogado con gran serenidad y presencia de ánimo durante 5 minutos sin subir a la superficie ni hacer ninguna tontería, con lo que por su parte, había pasado la prueba. Tras la segunda inmersión sí que se mosqueó un poco conmigo, porque conseguí quitarme la máscara completamente, agitarla un rato por ahí y volvérmela a poner sin ningún problema ni para mí, ni para la ecología del lago. En cualquier caso, se lo veía muy contento por mi hazaña aunque luego me reconoció que no entendía nada. En resumen, conseguí mi certificación, tengo 1h 56 minutos de inmersión registrados en mi log y, puesto que mi único problema con el buceo parece ser el proceso de inundar a propósito mi propia máscara (puedo nadar sin ella, quitármela y volverla a poner... ) y no es una actividad a la que piense dedicarme debajo del agua con mucha asiduidad, estoy preparada para nuevas aventuras.

El dueño del camping en el que estábamos haciendo todo eso (Golden Acres, creo que se llamaba), todavía se debe acordar de mí y de los 7.5 dólares en monedas de 10 céntimos que le dí para pagar el parking (en realidad no soy un ser tan vil, pero como cuando llegamos no estaba, había que dejarle el dinero en un sobrecito y no estaba dispuesta a darle un billete de 20 dólares para eso; cuando acabé de contar las monedas y meterlas en el sobrecito, el hombre apareció en la ventanilla y ya no tenía ganas de buscar medios de pago alternativos).




El fin de semana siguiente fue más relajado, aunque en la Universidad tienen unas ideas un poco extrañas acerca de la programación de cursos, y sábado y domingo me levanté a las siete y media de la mañana para ir a un curso sobre estructura de ADN. Interesante, aunque no directamente aplicable al trabajo que estoy haciendo, ya que la mayoría de los modelos utilizados eran coarse-grained.

Tarfearauko volvió entusiasmado el sábado con todo lo que había aprendido en su primera clase de esgrima (al parecer aquí el estándar es practicar no menos de dos tocados seguidos), y yo, después de haber pasado en clase todo el día y comido solita en el Noodles (George es un cobarde que al final sólo fue al curso por la tarde), llegué a casa a las cinco y media, hora a la que cogimos el coche para ir al outlet de Albertville cargaditos de cupones y hacer acopio de ropa para el invierno. Al final no compramos demasiadas cosas (al menos para el invierno), pero en el viaje de vuelta comenzamos a apreciar lo que sería el principio del fin para la bomba de agua de nuestro coche: súbitamente subió la temperatura, saltó la alarma y la aguja volvió a bajar a índices normales en cosa de un minuto. Como estábamos rodando en la dirección adecuada, decidimos no tocar nada en ese momento, pero nos pasamos la semana siguiente rellenando el circuito de anticongelante, dándole vueltas al coche por el barrio e intentando ver qué pasaba (la pela es la pela).

Teníamos una teoría acerca de burbujas en el radiador, fruto del alegre y artesanal conectar y desconectar de manguitos y tuercas descrito en un post anterior, pero el 22 de Septiembre, día fatídico en el que nos dirigíamos con George a comprar un sofá-cama en el Ikea (al final tampoco tenían el sofá que él quería y tuvo que volver en bus el domingo) el coche empezó a escupir líquido verde y ya no pudimos negar más la evidencia.
Lo más divertido de todo el asunto es esa misma mañana ¡por fin! habíamos conseguido transferir el título de propiedad del coche. En fin, que nada más hacer oficial la compra se fue al traste. El proceso de transferencia tuvo su gracia, ya que Kenneth, como parece habitual, empezó a cubrir el formulario, puso su carnet de conducir donde tenía que poner el mío, y decidimos que lo mejor era ir a hacer directamente todos los papeles en la oficina de la DMV. Resulta bastante curioso que la DMV en St. Paul esté dentro del Sears, pero hay que reconocer que parecían ser más eficientes que los de Minneapolis, al menos en la gestión de colas, ya que no nos van a dar el título por lo menos hasta diciembre :'( .

Coche al taller el domingo (Miguel nos llevó hasta el taller donde él dejaba su coche y donde todo el mundo hablaba español), coche de vuelta el martes y factura de 675 dólares. Lo único bueno de todo esto es que de paso (tuvieron que desmontar casi todo el motor para llegar a la bomba) le ajustaron todas las correas y le arreglaron también la luz de la batería que nunca se apagaba, con lo que el coche tiene mucha mejor pinta que la que tenía cuando lo compramos.

Ya me estoy aproximando a la actualidad y se está haciendo un poco tarde (T. está encantado porque Hamilton se acaba de salir de la pista y Ferrari va ganando, pero a mí se me están cerrando los ojos), así que sigo mañana. Podéis dormir tranquilos sabiendo que nuestro coche-vaquita sigue sano.

Un abrazo,

musmu

¡He vuelto!

Aunque no debería, teniendo en cuenta la pila de documentos que tengo sobre mi mesa en estos momentos, aquí me tenéis de nuevo.
Como mis pretensiones de actualizar el blog cada semana al menos han probado no ser muy realistas, intentaré resumir el último mes en este post y empezar de nuevo con una política un poco menos ambiciosa. En cualquier caso, eso no os exime, mis queridos colaboradores, de arrimar un poco el hombro y postear algo de vez en cuando. No voy a hablar de trabajo porque es aburrido (hablar del trabajo, no el trabajo en sí ;) ) y últimamente no sé si a causa del destino, de mi psique retorcida o de una combinación de todos esos poderes juntos (en plan Power Ranger) mi vida no para de complicarse. Mi vida fuera de la universidad (sin contar las largas horas en casa delante del ordenador) es suficiente para no parar de escribir en una buena temporada.

Empecemos poco a poco:

El 24 de Septiembre por la noche empezamos las clases de buceo para obtener la certificación de Open Water Diver (se supone que va a ser crucial en nuestro futuro), clases que se prolongarían hasta el domingo a las cinco.
Las clases teóricas no estuvieron mal, aunque resultan un poco redundantes después de haberte hecho leer el libro y ver unos DVDs con la información del libro resumida (igualito que el CAP en la relación de contenidos, libro-DVD y su utilidad relativa aunque todo mucho más entretenido, evidentemente). Intelectualmente no fue un gran desafío, aunque al final el que musmu le estuviese copiando los ejercicios en el libro de Tarfearauko mientras ambos se dirigían en su coche-vaquita (algún día os mandaré una foto del mismo) hacia el sur por la 35 dio su fruto, y Tarfereauko pudo presentar orgulloso sus deberes hechos al llegar a clase. Los cuestionarios y el examen muy sencillos también y... ¡si todo se hubiese quedado en eso! El problema es que el 80% del curso se imparte ... ¿a ver si adivináis dónde? ... en la piscina.
Al principio todo muy bien: montar y desmontar el equipo varias veces, nadar 200 yardas de cualquier manera... el problema surgió cuando nos metimos con todos los cacharros en la piscina y a nuestro querido instructor (como iréis descubriendo yo, sobre todo, le tengo un graaaan cariño) no se le ocurrió mejor idea que ordenarnos la inmersión sin las gafas durante un minuto respirando por el 2nd stage (antes de haber hecho cualquier otra cosa). El que en la revista que nos metieron con el paquete al matricularnos aparezca curiosamente un artículo explicando de forma detallada la mejor forma de hacer que la gente no le coja pánico a esta maniobra y el que en el libro te informen de que eso es una habilidad que suele estar programada en la tercera práctica, evidentemente, no quiere decir nada. Como el primer intento terminó conmigo tragándome media piscina, le dije al instructor que necesitaba un poquito de tiempo para ver cómo funcionaba el aparatito para respirar y acostumbrarme a utilizarlo y a respirar por la boca antes de intentar convencer a mi cuerpo de que se olvidase de que tenía nariz. Como según parece teníamos muchísima prisa y no se podía hacer nada de eso (no time for practice!) el resultado fue que musmu casi se convierte en una rata ahogada y que sólo consiguió sobrevivir a la maniobra tapándose de forma muy indigna (aunque práctica) la nariz. El resto del día no fue mal del todo, pero salí de la piscina completamente convencida de que nadie iba a conseguir arrastrarme allí de nuevo.

Al llegar a casa, no obstante, decidí que no iba a dejarme intimidar por un instructor, por muy scuba master que fuese, y descubrí que la fontanería moderna permite practicar en casa. Así que llené el labavo de agua, cogí un snorkel y me puse a hacer burbujitas. ¡Sin las gafas! Enseguida descubrí que aquello no era tan malo y que, al cabo de un rato, hasta era bastante relajante: oyes tu respiración, las burbujitas y desaparecen las conversaciones de los vecinos. El problema (siempre tiene que haber alguno) es que, una vez dominada la técnica de respirar bajo el agua sin gafas, decidí, sin pensarlo demasiado, extender mis prácticas a técnicas más avanzadas. Cuando oí el ¡chop! del agua cayendo sobre las baldosas caí en la cuenta de que quitarse el snorkel, dejar que se llene de agua, limpiarlo y seguir respirando, aunque una maniobra sencilla, no es muy recomendable en un cuarto de baño.


Algo más tranquila después de la comprobación empírica de que sí se puede respirar bajo el agua si hay aire disponible en algún sitio, volví el domingo a la piscina a las nueve menos cuarto de la mañana.
A partir de mis primeros cinco minutos en la piscina del sábado se había vuelto evidente el hecho de que "el profe me cogió manía", y que había decidido que una servidora no era más que una whiney-troublemaker y que le importaba un rábano (esto ya fue el día dos) que me pareciese que mi BCD era pequeño, a pesar del hecho evidente de que la única otra persona en la piscina que tenía un XS era un niño de 10 años que probablemente cupiese en el compartimento para equipaje de mano de un aeronave de Iberia.
Supongo que debería sentirme halagada de que mi tendencia a la esfericidad no fuese más visible, pero en esos momentos tengo que reconocer que me preocupaba más la idea de tener que poner y quitarme el cacharro en cuestión en el fondo de la piscina que cualquier consideración estética.

A pesar de llevar un BCD demasiado pequeño y tener encima más plomo que cinco baterías, conseguí superar todas las "skills" a la primera (¡incluso nadar sin gafas!) y hasta disfrutar de la experiencia. Sólo subí a la superficie para preguntarle al instructor si era malo notar hormigueo en las manos (sí, ya sé que suena estúpido, pero después de estar una semana leyendo sobre las cosas horribles que te pueden pasar si te descomprimes y, teniendo en cuenta que me duelen los dientes al correr, es mejor asegurarse). Es en ese momento cuando me dice que no tiene ni idea de qué le puede estar pasando a mis manos y que, a pesar de que estoy haciéndolo todo bien no sabe si me aprobará porque parece que estoy muy nerviosa porque lo estoy haciendo todo demasiado rápido. Intenté preguntarle educadamente que qué rayos esperaba que hiciese si todas las veces que le fui a comentar algo me mandó a paseo diciendo que teníamos mucha prisa (aunque se pasó más de media hora con un señor que no era capaz de ponerse el cinturón en el agua y que al final tuvo que abandonar y un buen rato con un niño que tenía algunos problemas para ponerse y quitarse el BCD), pero creo que no me salió demasiado educado y como en ese momento sí que me estaba empezando a alterar, me volví para el fondo a seguir con los "fin pivots", que es algo mucho más constructivo. Eso sí, los fin pivots y el resto de actividades subacuáticas las estuve haciendo a cámara lenta. Eso no contribuyó demasiado a que dejase de temblar de frío, pero si no hay prisa, no hay prisa.

Al final, para variar, Tarfearauko fue el diplomático y arregló la situación. Porque yo salí de la piscina tremendamente indignada y le dije que hiciese lo que le diese la gana, que para algo él era el instructor, pero que me parecía poco serio que me dijese que el problema era que había hecho todo demasiado rápido cuando el mensaje de los primeros cinco minutos del curso era que "no tenemos tiempo para nada". Junto con mi teoría de que si ves a alguien en clase haciendo algo mal, lo normal es comentárselo para que se corrija y esas cosas (creo que hasta le dije que si lo que quería es que pusiese cara de felicidad debajo del agua que podía hacerlo, pero que eso no aparecía en el libro en la lista de habilidades necesarias) . Después de eso no se le ocurrió nada mejor que decir que claro, que si me daba un ataque de pánico en el lago y salía disparada para la superficie podía ser un problema muy grande. Entonces decidí que lo mejor era largarse antes de decir alguna barbaridad o tirarlo a la piscina con los plomos y sin BCD. No sé que le comentó T. durante la ducha, pero supongo que fue eficiente, ya que en el coche (no me dejó despedirme del individuo ;) ) me informó de que había pasado esta parte del curso. ¡Nos vemos en el lago!


Después de releer esto me doy cuenta de que sí que soy un poco whiney ¿no? je, je.

Bueno, como podéis ver el miércoles siguiente nos llegó todo el material a casa (los de LeisurePro trabajan muy bien y hacen unos paquetes monísimos).


jueves, 30 de agosto de 2007

Ahora que se acaba el verano...

Es el momento de dejar de exponer vuestras carnes al sol para provocar a vuestros pobres hermanos:

http://www.therebelution.com/modestysurvey/

Mañana más.

Musmu

miércoles, 29 de agosto de 2007

Un fin de semana y unos cuantos días más tarde...

Aquí estoy de nuevo, dando la cara ante el público en solitario, sin ningún apoyo del resto de la redacción. El plan era continuar el relato de mis aventuras del fin de semana pasado y llenar otro post con las de este, pero el trabajo y la vida se confabularon para que no escribiese.

Como ya ha pasado mucho tiempo desde el día 20 y las noticias enseguida pierden actualidad, resumo mis desventuras del domingo anterior, que palidecen con las de este último fin de semana.
Nos habíamos quedado en un coche con las tuercas (todas menos una) recién apretadas y un par de botellas de rioja en el maletero, y con un plan para el resto del fin de semana: preparar una empanada.

Con la empanada en mente fuimos hasta el Rainbow donde tuvimos una charla muy interesante con una cajera que quería saber qué podía contener un frasquito de cristal que costaba 17 dólares cuando la farmacia está cerrada. Sí, ya sé que las empanadas llevan pimentón, y no azafrán, pero un fallo lo tiene cualquiera y, a partir de ahora prepararé unos arroces muy ricos.

Cuando llegamos a casa, eran las doce de la noche y ya no tenía ganas de volver a salir de casa, así que tocó empanada sin pimentón. La verdad es que para ser la versión 1.0, la empanada no quedó nada mal, aunque la falta de pimentón y de levadura (no sé qué diran los expertos acerca de usar baking soda para esto) no auguraba nada bueno.
El principal problema es que a la una de la mañana, en pleno proceso de cocción u horneado del experimento, saltó la alarma de incendios y, diez minutos después, se me rompió la barra de abrir el horno. A la mañana siguiente, cuando andábamos bastante apurados para ir a la comida/cena de Sensei, una de las lavadoras también decidió que no quería seguir trabajando y en vez de poner la secadora, tuve que dedicar un buen rato a pescar calcetines de un tanque a 70ºC y poner otra lavadora.
Pero bien está lo que bien acaba, y por la tarde (aunque también nos quedamos sin combustible a mitad de camino y tuvimos que parar en la gasolinera más horrible de la ciudad) disfrutamos mucho en buena compañía. Como últimamente no tengo muchos logros que reseñar, tengo que recurrir al triunfo de mi equipo jugando al Pictionnary, indiscutible y más destacable por ser el único que tenía dos extranjeros. Sobre los juegos para ampliar vocabulario a través de la mímica no voy a comentar nada, porque hicimos uso liberal de la piña colada, rioja y vinos caseros ribera del Mississipi, y hay cosas que quedan mejor en privado.

Y a la espera de las peripecias de este último fin de semana, os mando una foto de la última adición a la familia: un acrobot.
Ya sé que hasta ahora me había mantenido fiel a la decisión de no comprar nada que no fuese útil o muy bonito, pero es que es un acrobot precioso.