lunes, 20 de agosto de 2007

Post 3. O qué hacer cuando todo sale mal I

En realidad estoy escribiendo esto el lunes, pero me han hecho falta unas cuantas horas para poder procesar este desastre de fin de semana. Sin noticias de mis lectores, sin saber si Pablo Mondeo está entre nosotros o no, si a pelillosalamar le convergen los cálculos o si por fin bajara el Euribor, me consuelo escribiendo sobre mis ultimas aventuras.
Este fin de semana, tenía un calendario que se podría resumir como sigue, con la opción de realizar algunas modificaciones para ajustar las actividades a los patrones de sueño más relajados de un sábado o circunstancias análogas:

1) Ir tempranito al dive shop a conseguir una máscara y a probarnos aletas y un snorkel para bajarlos después de internet con un interesante descuento. Lo de tempranito, se debe sobre todo a que nos hacen falta para este viernes por la tarde. ¡Ups!

2) Ir a comprar alimentos al costco (tiene unos horarios relativamente civilizados que hacen que no puedas ir a la compra a las nueve de la noche).

3) Visitar a las cuatro de la tarde al anterior propietario de nuestro coche (aunque tal y como están las cosas técnicamente todavía es el propietario actual) para que: a) nos entregase el título de propiedad provisional (es decir, una fotocopia de haber solicitado el título de propiedad) y b) nos ajustase la correa de la dirección y del aire acondicionado que patinaba con un ruido muy desagradable cuando encendías este último.

4) Comprar algo de vino como contribución al encuentro lúdico en casa de nuestro Sensei el domingo. Aquí nos encontramos de nuevo con una restricción horaria poco habitual en este país de horarios comerciales extendidos: los domingos no se vende alcohol, aunque puedas comprar cebollas, zapatos o escopetas sin ningún problema.

5) Hacer la colada para remediar una escasez de camisas limpias en el armario que se estaba volviendo preocupante.

6) Acudir el domingo a las 3 a casa de nuestro Sensei para que hubiese gran regocijo.

No es muy complicado ¿verdad? Entonces comprenderéis que se me ocurriese preparar una empanada (aunque nunca tal cosa hubiese hecho en mi vida) para animar un poco el evento 6 y acompañar la barbacoa, guacamole y demás contribuciones ya tradicionales.

Empezamos por el principio, que es exactamente el momento en el que los planes empezaron a torcerse. El sábado por la mañana hacía frío, el viernes me había acostado tarde y tenía un libro nuevo entre mis manos, con lo que allá se fue el plan de ir a por una máscara y a ver aletas (Eagan está un poquito lejos de Minneapolis). Eso sí, tengo que reconocer que disfruté sobremanera de la lectura y de mi edredón. El libro me duró hasta las doce y media, hora a la que decidí que sería interesante fregotear mi área asignada del apartamento (tristemente, el resto todavía está como estaba), y terminé justo a tiempo para comer (el punto 2 no eran tan necesario como parecía) y salir de casa con tiempo de sobra para llegar a St. Paul, a la vivienda de nuestro punto 3. Tiempo de sobra aquí quiere decir de verdad tiempo de sobra: salimos a las tres y cuarto para llegar a las cuatro a un sitio que está a 15 minutos. Pero no contábamos con los acontecimientos que narraba en el Post 1 desde esta bonita ciudad, que al parecer no ha afectado únicamente a la 35W, sino que se ha extendido a todas las vías próximas. Teníamos que coger la 94E, lo que, a pesar de que mi compañero en el exilio decidió que no le apetecía seguir la ruta que yo le proponía (evidentemente mucho más racional) es una tarea bastante fácil desde Downtown. El problema es que en la entrada a la autovía hay una señal que dice que hay un desvío, en el desvío dice que es por allí, y luego desaparece cualquier mención a la 94E. Después de un par de millas en la dirección equivocada por la autopista que no es, uno da la vuelta, se vuelve a encontrar con una nueva señal hacia la 94E, un nuevo desvío y otro montón de millas sobre otra autopista en la dirección opuesta. El proceso se puede repetir ad-infinitum, dando vueltas por las autopistas en downtown buscando el desvío perdido, pero como ya eran las cuatro menos diez, acabamos saliendo en Lake Street (una calle muy pintoresca de la que ya os hablaré otro día cuando lleve la cámara) con un atasco XXL, para intentar llegar a la ruta original que proponía musmu. ¡Cosas que pasan! El caso es que llegamos a casa de este señor con media hora de retraso y con lluvia, pero con espíritu animoso, y nos pusimos a arreglar la correa.

Lo que en principio iba a ser un trabajito de media hora como mucho, incluyendo un rato de conversación cortés, se convirtió en cirugía mayor automovilística. Tarfearauko por un lado con el manual del coche pero sin poder distinguir del todo una pieza de otra, mientras que Ken, con una amplia panoplia de herramientas, empezó a aflojar tuercas y a desconectar con gran alegría todo tubo o manguito que se encontrase en su camino. Con llamadas constantes de tipo "Jake, the metric" o "Jake, where is the ratchet", comentarios acerca de las aptitudes de sus visitantes con la linterna y enriquecedoras contribuciones sobre la escuela de doma española, o los méritos relativos de Colón y Leif Eriksson, llegó un momento en el que se dio cuenta de que aquello no estaba funcionando como era debido, y Tarfearauko acabó anunciando con el apoyo del libro que estaban aflojando las tuercas que no eran. En este momento el trabajo pasó de ser a dos manos a ser a cuatro hasta que Tarfearauko en lugar de aflojar un tornillo se quedó con él en la mano. A partir de allí la diversión no hizo más que aumentar, ya que pasamos de cuatro a ocho manos (los últimos dos pares mucho más pequeñitos, para ver si cabían donde no lo hacían los otros) sin que nadie pudiese volver a poner el tornillo en su sitio. Para información de nuestros lectores, dicho tornillo se encuentra en estos momentos en el bolsillo de mis pantalones. En cualquier caso, como ya eran las siete, decidimos ajustar la correa, ponerlo todo en su sitio, rellenar el líquido de dirección y el refrigerante que se nos había caído por ahí con tanto trasiego de tuberías y marcharnos en busca de una botella de rioja. El hecho milagroso de que después de todo el proceso a) el coche encendiese, y b) no le patinase la correa al encender el aire acondicionado, no tiene explicación racional posible.

Pues a las siete nos fuimos de allí (no antes de haber visto las fotos de Duluth, Gooseberry Falls y otro montón de sitios a los que tenemos que ir el próximo fin de semana bajo pena de excomunión) tan felices, con esperanzas de llegar al Surdyk's a tiempo, cuando Tarfearauko se acordó de todas las tuercas que se habían aflojado antes de que el libro hiciese su aparición en la faena, y que, desgraciadamente no habían vuelto a ver una llave desde entonces. Fue en ese momento en el que llegamos a la conclusión de que era necesaria una parada en el SuperTarget más cercano para adquirir una caja con llaves. No sé si captaréis la ironía de que precisamente acudimos a casa de este hombre un sábado lluvioso a las cuatro porque no teníamos las herramientas adecuadas...
Como consecuencia, ahora tenemos una caja con llaves de todo tipo, las tuercas apretadas y un tornillo en el bolsillo. El coche parece que anda. Como ya es un poco tarde y tengo que escribir algo sobre química para ganarme el pan os dejo hasta mañana, pero no sin antes sacaros de la duda: al final llegamos a tiempo para comprar el vino.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que pechá a reir que me echao, es que cuando quieres ties una grasia que no se pué aguantar. Y luego dices que no te ocurren peripecias, lo que pasa es que no ties gana sde contarnoslas, pero si es que lo que no os pase a vosotros no le pasa a nadie, jejeje. A ver cuando tengo un ratito más de tiempo libre y escribo alguna chorradita de las mias plagada de noticias reververantes de cualidades semejantes a las anguilas del norte recien tomadas de su hábitat. Por cierto todavía no habemus novum acerca del nuevo miembro del equipo de fórmula uno de la casa de ford, pero salia de cuentas esta semana así que yo creo que no ha de faltar mucho, y no temáis de no cejaré en el empeño de avisaros ipso facto sea yo mismo informado del evento.
Besos.

Anónimo dijo...

Hola!!!
Pues menos mal que has aclarado lo de que llegasteis a comprar el vino por que os veia con las manos vacias en la bbq del boss... La empanada la hiciste?? Eso si que me parece difícil... eres mi heroína!!!!
Yo sigo siendo un bombón relleno (paso de la aceituna rellena de anchoa que estoy con el ego subido) este niño viene con caaaaaalma, para que estresarse... jajajja lo que me preocupa es el tamaño con el que pretenda salir... el día 6 me dijeron que segun las medidas que tomaron estaba en 3,600 asi que calculando que cogen 200 g por semana espero que la máquina calculase mal y cuando decida salir a conocernos pese lo que un niño normal...
Besitos